“Me tocó los senos en un parcial”: denuncias contra profesor de U. Católica de Oriente.

Un ambiente de zozobra recorre de cabo a rabo la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Oriente (UCO). Una serie de denuncias por presunto acoso sexual en contra de un profesor de Comunicación Social hizo que la institución activara la ruta de atención de violencias basadas en género. Este hecho trajo consigo un clima enrarecido para estudiantes y hasta docentes.

EL COLOMBIANO conoció cuatro casos –algunos escalaron ante la institución– que tienen hoy al profesor Yohany Andrés Álvarez Rodríguez rindiendo explicaciones sobre el comportamiento que tuvo con algunas estudiantes mujeres. También hablamos con otras dos personas que trabajan en la universidad y que corroboran tanto el proceso interno que está en marcha por este caso, como la presunta persecución que hay dentro contra quien hable de este tema con la prensa.

La mesa redonda y el examen

Tatiana* cursaba sus primeros semestres de Trabajo Social y matriculó una materia electiva (la pueden inscribir estudiantes de distintas carreras) que era impartida por el profesor Yohany Álvarez.

Cuenta esta estudiante –que en ese 2017 tenía 20 años– que “esa materia la vimos en un salón que tenía unas mesas grandes que tenían como de a tres sillas. Entonces él todo el semestre nos organizaba siempre en mesa redonda y éramos 20 personas”, recordó.

Sin embargo, llegó la última clase del semestre, día en el que les programó un parcial de lectura y escritura, pero con un cambio en el salón donde tenían clase. Yohany esa vez cambió las mesas por pupitres y los distribuyó por el salón para que quedaran separados entre sí y así evitar copialina.

“Se me hizo raro, pues en un examen de lectoescritura realmente la trampa que se puede hacer es muy mínima porque es algo como más de escribir, de puntuación y de análisis”, expresó.

A cada estudiante le indicó en qué lugar hacerse. A Tatiana le dijo que se hiciera en el último puesto de una de las esquinas, alejada de los demás y fuera de la vista de todos. Luego de que iniciaran el parcial, Álvarez empezó a caminar por el salón entre las filas. En esas, Tatiana narró que se acercó tres veces hasta su puesto y, con disimulo, metió su mano debajo de su blusa por la parte del escote y le tocó sus senos.

“Como él organizó todo como de manera tan estratégica que yo no estuviera en la mitad ni adelante, sino que estuviera en una esquina donde poco me podían ver, entonces nadie se dio cuenta”, recalcó.

Después del shock en el que quedó y de que Yohany fuera y volviera a su sitio –”haciéndose el bobo”–, a la tercera reaccionó y le quitó la mano de su pecho.

“Siento que todo fue planeado”, contó al rememorar ese día. Al entregar su parcial y con el salón vacío, Tatiana relató que el docente le pidió su número de celular y le propuso tener una relación amorosa. Pero lo rechazó y nunca más volvió a ver clase con él. Agregó que no dijo nada en ese momento por miedo y porque no tenía testigos que la apoyaran. “Era mi palabra contra la de él”, añadió.

Estas conductas son constantes en las universidades del país. Por medio de un derecho de petición enviado al Ministerio de Educación indagando sobre la recurrencia de estos casos, EL COLOMBIANO conoció que entre octubre de 2022 y septiembre de este año, esa entidad conoció 70 quejas por violencias basadas en género en instituciones de educación superior.

Cuando la “confianza” asusta

Actualmente, Juliana* está cerca a terminar materias. Estudió Comunicación Social y entró a la UCO en 2019, cuando tenía 17 años. Yohany Álvarez fue su profesor y uno de sus predilectos luego de que se ganara su confianza siendo “una persona muy amable y muy cordial”.

Mencionó que eran constantes los comentarios que le hacía sobre su forma de vestir y el contacto con su cabello en clases. “Por mi ingenuidad no me di cuenta de las verdaderas intenciones de este señor”, dijo.

La primera bandera roja que la puso en alerta fue una tarde que terminó su clase y se despidieron. “Al momento de darle un beso en la mejilla, él se corre y pone su boca. Pensé que quizás se equivocó y lo dejé pasar”, aseguró Juliana.

Pero el momento “más pesado” lo vivió cuando tuvo que pedirle el favor a él de que le firmara un permiso para el trabajo final de esa materia. Él accedió y le dijo que lo acompañara a la sala de profesores. Ese día, la joven vestía una falda corta y un gabán largo.

“Empezó a escribir la carta y me pidió que me parara a su lado mientras él estaba sentado. Entre que escribía y daba clics con una mano, su izquierda la puso en mi cintura”, evocó. Asustada y esperando la carta que le urgía, se quedó quieta.

Pero Yohany no se detuvo y mientras terminó de hacer la autorización, bajó más su mano hasta llegar adonde terminaba su falda. Metió esa mano por debajo de la prenda y tocó su cola. “Me quedé petrificada y me quité. Él al ver mi reacción me entregó la carta y la firmó”, contó.

Este hecho la alejó del profesor y tras contarles a sus amigas más cercanas lo que le pasó, se enteró de otros casos similares con otras mujeres.

El aparato que prendió la chispa

Una de las personas que trabaja en la universidad y que habló con este medio reseñó que, entre varios factores, un celular fue el verdugo de Álvarez.

Melissa* estudia psicología y no lo tuvo como su profesor, pero lo conoció porque lo invitaron a una clase que veía. Relató que en el actual semestre Yohany le buscaba conversa en la universidad y le decía que quería que fuera su estudiante. Ella, distante, respondía lo estrictamente necesario.

A mediados de agosto, contó Melissa que el profesor llegó a sentarse en la mesa donde estaba ella, dentro de la universidad. Y en medio de la conversación que tuvieron, “él tomó mi celular y empezó a ver todas mis fotos, pero le dije que no me gustaba eso porque yo soy muy reservada con mi vida y él seguía viendo mientras yo estaba súper incómoda”.

Su fastidio aumentó más cuando llegó a unas fotos en las que ella estaba en vestido de baño. Situación que la hizo sentir vulnerada e irrespetada en su intimidad y sus límites. “Vio todas las fotos de mi celular en vestido de baño y con mi familia normal. Ese día sudaba, temblaba y le dije que no quería que las viera”, agregó.

Luego de este impasse, Melissa se lo contó a una persona que labora en la institución y a raíz de esa conversación, puso en conocimiento ese hecho de la Facultad. Y de ahí en adelante, empezaron a llegar más casos al área de acompañamiento psicológico.

Esta oleada de denuncias –algunas anónimas, otras identificándose– que llegaron a esa dependencia podrían explicarse, en parte, a un mensaje publicado en la página “Asobuitres UCO” (un página en redes sociales dedicada a señalar profesores con conductas considerada abusivas con sus estudiantes). “En este momento se está llevando a cabo la investigación para un proceso discilpinario al profesor Yohany Álvarez (…) Todas las chicas que han sido acosadas por este señor, anímense a denunciar y exponer sus casos”, dice una publicación.

Un último caso que conoció este diario involucró a una mujer que trabaja en esa universidad, que accedió a hablar aun con miedo de que la puedan echar de su trabajo por atreverse a hacerlo. Su relato describió las conductas y comentarios que, según Marcela*, le hacía Yohany cuando estaban a solas o sin muchas personas conocidas a su alrededor.

“Él llegaba donde yo estaba a abrazarme y apretarme. Era demasiado incómodo porque me decía: ‘uy no, qué rico, ¿es que vos te imaginás uno estar ahí?’. Como a querer sentirme y era demasiado asfixiante. A veces le decía ‘pero ya, profe’ y él normalizaba el apretarme y morbosearme”, expresó.

Tanto Melissa como las otras dos personas que trabajan allá y que hablaron para este reportaje, señalan que en la facultad “si por cosas de la vida descubren que los profesores hablaron con los medios vienen por nuestra cabeza”.

¿Qué responde el profesor y la universidad?

EL COLOMBIANO se comunicó con el profesor Yohany Andrés Álvarez Rodríguez para conocer su versión sobre estos hechos y agregarlos a este informe, pero al cierre de esta edición no respondió los mensajes enviados a su correo institucional y número de celular.

Por otro lado, el rector de la UCO, el padre Élkin Álvarez, no quiso referirse al caso, pero reconoció que existe un proceso en marcha contra el docente. Aunque envió un documento explicando en qué consiste el Protocolo de Prevención y Atención a la Violencia Sexual y de Género “En la UCO Nos Cuidamos”, no respondió el cuestionario que se le envió luego de una llamada telefónica.

*Nombres cambiados por petición de la fuente.

Cortesía: El Colombiano

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